viernes, 17 de abril de 2015

UN AÑO SIN GABRIEL GARCIA MARQUEZ



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Hoy se cumple el primer año desde el fallecimiento del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, quien murió en México DF a los 87 años de edad, donde vivía desde hacía varios años, después de pasar sus últimas semanas aquejado por una neumonía.
Con la desaparición de Gabo, como también se conocía al escritor, el mundo de la cultura perdió a uno de los grandes referentes del realismo mágico, y en su legado literario destacan obras como ‘Cien años de soledad’, ‘El otoño del patriarca’, ‘El amor en los tiempos del cólera’, ‘Crónica de una muerte anunciada’, ‘Relato de un naufrago’ o ‘El coronel no tiene quien le escriba’.
Los textos de García Márquez, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1982 y considerado uno de los representantes del ‘Boom latinoamericano’, se caracterizan por un realismo mágico que le permitió adentrarse en la realidad latinoamericana hasta desmenuzarla por completo y descubrir su esencia y carácter.
“Tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuenta de que no servía para nada. Ahora, no sé si desgraciada o afortunadamente, creo que es una función subversiva ¿Verdad? en el sentido de que no conozco ninguna buena literatura que sirva para exaltar valores establecidos”, confesó García Márquez en una conversación que mantuvo con el peruano Mario Vargas Llosa en 1967, cuando todavía eran amigos.
El escritor creció junto a sus abuelos maternos en la población colombiana de Aracataca, donde la fantasía formaba parte de la realidad, donde se acostumbraba a dialogar con los muertos y donde la superstición se acababa convirtiendo en un dogma incuestionable. Era la infancia de un Gabriel García Márquez que escuchaba atónito las historias bélicas que le contaba su abuelo, Nicolás Márquez que fue coronel en la Guerra Civil de los Mil Días.
Se fraguaba en él una particular forma de entender el mundo que plasmaría en la literatura. Una mirada innovadora y diferente que le convertiría en el máximo exponente del realismo mágico, junto al guatematelco Miguel Ángel Asturias. Una corriente literaria que quedó retratada en ‘Cien años de soledad’ y a la que luego se unieron otros autores como Juan Rulfo, Pablo Neruda o Jorge Luis Borges.
“Yo creo que particularmente en ‘Cien años de soledad’ soy un escritor realista, porque creo que en América Latina todo es posible, todo es real. Creo que tenemos que trabajar en la investigación del lenguaje y de formas técnicas del relato, a fin de que toda fantástica realidad latinoamericana forme parte de nuestros libros. Asumir nuestra fantasía, que es una forma de realidad, puede dar algo nuevo a la literatura universal”, comentó en una ocasión García Márquez en referencia a su pertenencia a esta corriente literaria.
Este fenómeno se desarrolló en los años 60 y 70 y supuso la expansión de la literatura latinoamericana por el mundo gracias al éxito que cosecharon escritores como García Márquez, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes.
‘GABO’, EL PERIODISTA
Su deseo de conocer las entrañas de la sociedad suscitó en él un profundo interés por el periodismo. En los años 40 trabajó para el diario colombiano ‘El Espectador’ como corresponsal en Suiza, Francia, Italia, Checoslovaquia, Polonia, Rusia y Ucrania sin dejar de mirar por un momento al continente americano y en especial al mar Caribe que le vio nacer y que tantas veces plasmó en su obra rodeado de historias fantásticas.
“Durante mucho tiempo creí que el periodismo me ayudaba en mi actividad literaria, pero en realidad todo dificulta al escritor, toda actividad secundaria. Yo no estoy de acuerdo con lo que se decía antes: que el escritor tenía que estar en la miseria para ser mejor escritor. Yo creo de veras que el escritor escribe mucho mejor si tiene sus problemas domésticos y económicos resueltos, y que mientras mejor salud tenga y mejor estén sus hijos y mejor esté su mujer, dentro de los niveles modestos en que nos podemos mover los escritores, siempre escribirán mejor”, defendió García Márquez.
El carácter cercano y el compromiso político y social caracterizaron a este escritor, que ofreció una forma de narrar y de adentrarse en la realidad en la que la fantasía acababa convirtiéndose en verosímil. Una mirada mágica que le permitía acercar el ahora y con la que acababa descubriéndole al lector su propia identidad.

lunes, 13 de abril de 2015

EL ESCRITOR URUGUAYO EDUARDO GALEANO FALLECE A LOS 74 AÑOS



El escritor uruguayo Eduardo Galeano ha muerto este lunes a los 74 años de edad en Montevideo, según ha confirmado su editorial a este periódico. El pasado viernes ingresó en un hospital como consecuencia de un cáncer de pulmón. Desde su publicación en 1971,Las venas abiertas de América Latina se ha convertido en un clásico de la literatura política latinoamericana. Su obra, entre la que también destaca Memoria del fuego (1986), ha sido traducida a una veintena de idiomas.
Antes de convertirse en un intelectual destacado de la izquierda latinoamericana, Galeano trabajó como obrero de fábrica, dibujante, pintor, mensajero, mecanógrafo y cajero de banco, entre otros oficios.
Las venas abiertas de América Latina se publicó cuando Galeano tenía 31 años y, según reconoció después el propio escritor, en aquella época no tenía la formación suficiente para rematar la tarea. “[Las venas abiertas] intentó ser una obra de economía política, solo que yo no tenía la formación necesaria”, dijo. “No me arrepiento de haberlo escrito, pero es una etapa que, para mí, está superada”, añadió.
En 2009, durante la Quinta Cumbre de las Américas, el expresidente de Venezuela Hugo Chávez le regaló un ejemplar de esta obra de Galeano —prohibida por la censura de las dictaduras de Uruguay, Argentina y Chile— al presidente de Estados Unidos, Barack Obama. En esa ocasión, la obra saltó de la posición 60.280 de la lista de los títulos más vendidos de Amazon a la décima en solo un día.
El escritor fue preguntado después sobre este episodio. Respondió: “Ni Obama y ni Chávez entenderían el texto […]. Él [Chávez] se lo entregó a Obama con la mejor intención del mundo, pero le regaló a Obama un libro en un idioma que él no conoce. Entonces, fue un gesto generoso, pero un poco cruel”.